Ahora tengo poca prisa por vivir,
las calles empedradas ya no existen.
Hoy me encuentro en la plaza
de bancos ilusionados, aquí,
entre arboledas cuyas hojas
voy observando con calma.
Ahora tengo la necesidad de sonreír,
de sentirme, de conocer mucho más,
de romper moldes de una edad
mal entendida, tal vez olvidada.
Dejar de ser refugio de penas,
de lastimas nimias y piadosas.
Ahora es la hora de crecer
en este rio que llega a su delta,
más allá de él hay un mar inmenso,
fondos marinos por descubrir,
la posidonia de los placeres,
adonde pienso vivir para siempre.
Ahora, ya no tengo prisa alguna.
Emuñoz