El lago maldito (microrrelato)

Cuando cumplí veinte años, ella se cruzó en mi camino. Pertenecía a una familia, bastante, conocida.

Poco a poco, fuimos entablando una relación. Con el tiempo mi pasión, por ella, era exageradamente cautivadora.

Según iban pasando los días y los meses, nos íbamos acoplando perfectamente. Ella tenía los mismos gustos que yo. Allí donde yo quería ir, allí, iba ella.

Pero, al cabo del tiempo, noté que sus deseos iban cambiando y algunos no coincidían con los míos. Comenzó a hablarme de un lago cercano, del que le habían dicho que era precioso y relajante .

Yo conocía, perfectamente, aquel lago. Me habían hablado de él y no, precisamente, muy bien. Opté por explicarle los peligros que tenía y que no debía acercarse.

Mi ilusión es que fuéramos los dos por el mismo camino en busca de los mismos objetivos. Lo único que le pedía es que encontráramos la felicidad en nuestra relación.

Cada día que pasaba, la notaba más distante. Aquella obsesión por visitar el lago, acabó por destruir nuestras vidas,

Una vez consiguió ir al, dichoso, lago la perdí de vista, sabía que podía pasar y pasó.

Aquella bola de golf, de marca reconocida , fue la primera de muchas otras que eligieron el mismo destino.

Me dije, -tendré que evitar pasear cerca del lago-.

Reconocí que el problema no era de ellas, si no mío.

Emuñoz

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